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La poesía y los niños: Cosechando palabras. Recogiendo emociones.

  • cuentosdelapalmera
  • 7 jun
  • 2 Min. de lectura

En un mundo acelerado, donde las pantallas compiten por la atención de los más pequeños, la poesía parece, a primera vista, un arte olvidado. Sin embargo, pocas herramientas tienen tanto poder como los versos para conectar con la sensibilidad, la imaginación y la inteligencia emocional de los niños. La poesía no es solo un juego de palabras: es una puerta a un universo donde el ritmo, la rima y la imagen despiertan el pensamiento y las emociones de manera profunda y duradera.


Lenguaje que emociona y educa

Los niños son grandes amantes del lenguaje. Desde temprana edad disfrutan las canciones, los juegos de palabras y los cuentos rimados. La poesía aprovecha esa fascinación natural y la transforma en una experiencia estética y educativa. A través de la poesía, los niños aprenden nuevas palabras, estructuras gramaticales y formas expresivas. Pero más allá del aprendizaje lingüístico, la poesía les ayuda a ponerle nombre a lo que sienten: alegría, miedo, curiosidad, tristeza, amor. La poesía da forma a lo invisible.


Estimula la imaginación

La poesía no da todas las respuestas. Invita a preguntar, a imaginar, a completar significados. A través de metáforas, imágenes y símbolos, los niños aprenden a mirar el mundo con ojos nuevos. Un simple verso puede convertir la luna en un farol, una nube en un león dormido, o el viento en un susurro de secretos. Este tipo de pensamiento creativo es esencial no solo para el arte, sino también para la ciencia, la resolución de problemas y la empatía.


Fortalece el vínculo emocional

Leer poesía en voz alta, compartir versos antes de dormir o escribir juntos pequeños poemas son actividades que fortalecen los lazos afectivos. La musicalidad de la poesía crea momentos de calma y conexión, ideales para conversar y reflexionar juntos. Además, muchos poemas infantiles tocan temas universales con sensibilidad y humor, facilitando el diálogo sobre emociones y valores.


Una herramienta inclusiva y accesible

La poesía puede ser breve, sencilla y cercana. No requiere grandes recursos para disfrutarla. Se adapta a diferentes edades, capacidades y contextos. Un niño puede memorizar un poema corto y recitarlo con orgullo; otro puede inventar sus propios versos sin preocuparse por reglas fijas. En este sentido, la poesía también es un espacio de libertad.


En conclusión, fomentar la poesía en la infancia es regalar a los niños una forma de mirar el mundo con asombro, de jugar con las palabras y de conocerse a sí mismos. Es sembrar en ellos una semilla que, con el tiempo, florecerá en sensibilidad, pensamiento crítico y amor por el lenguaje. Porque la poesía no solo se lee, se vive.

 
 
 

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